“La historia nunca dice adiós. Lo que dice siempre es un hasta luego.”
Eduardo Galeano. Escritor uruguayo.
Me fui antes de tiempo, pero sigo aquí.
Podrían ser palabras de aquellos que un día ya no estaban a tu lado. Parecía que pudieran estar contigo siempre y repentinamente, o quizás no, se fueron un día de tu lado.
Seguramente quisieran también decirte:
No hemos muerto, solo nos fuimos antes de tiempo y no queremos que nos recuerden con lágrimas. No hemos muerto, aunque nuestro cuerpo no esté, nuestra presencia se hará sentir.
Perdonadnos todos, tomamos únicamente uno de los trenes anteriores y se nos olvidó deciros…
Que no hemos muerto, solo nos fuimos antes.
Ser consciente de nuestro final
Hablar de la vida y la muerte en un entorno festivo es una forma emocionalmente sana de recordar y honrar a las personas que ya no están con nosotros. Crear un lugar de acogimiento, de duelo, de amor, un lugar en el que celebrar con todos los sentidos y el alma la ausencia como el regalo de una vida, forma parte de nuestro día a día profesional desde hace veinte años, cuyo sentido es honrar la vida de todos aquellos que nos han dejado.
Ser conscientes de que nuestra muerte llegará con certeza, nos puede impulsar a vivir con un propósito, a apreciar cada momento de paz, de alegría, incluso de la sencillez de lo cotidiano. Pensar en la muerte es un medio más para nuestra realización personal, valorando lo conseguido y a quiénes nos acompañan en cada paso.
Soltar en el recuerdo
Dedicar unos minutos al recuerdo de quienes no están, es una forma de sanar y visualizar una nueva etapa en nuestra existencia en la que podamos crear unas metas en base a la propia consciencia de nuestra muerte.
Por eso te invito a que busques tu rincón de paz y cerréis los ojos. Y entonces traigas a tu recuerdo a esa persona especial que no está presente en vida pero que sigue viviendo en tí.
Permítete llorar porque se ha ido o reír porque ha compartido una vida contigo. Puedes cerrar los ojos y pedir que vuelva o abrirlos y ver todo lo que ha dejado.
Tu corazón puede estar vacío porque no la puedes ver o puede estar lleno del amor que compartisteis.
Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el vacío y dar la espalda, o puedes hacer lo que le gustaría a esa persona, sonreír, abrir los ojos, amar y disfrutar del día de hoy y de la vida que tienes y recibes, consciente de que algún día la dejarás también.
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